miércoles, 21 de septiembre de 2011

Enseñar Historia en México


Artículo de: HORMIGAS: Espacio para discutir los temas de la cultura.

La celebración de la Independencia de México (1810-19821) y de la Revolución Mexicana (1910-1920, ¿-1934?) que se propone continuar durante los próximos años, debe traer consigo una reflexión en torno de cómo se enseña la historia en las escuelas de educación básica de nuestro país.


Hasta ahora, la práctica de transmitir conocimientos históricos a las generaciones más jóvenes tiene vicios que es necesario combatir:

*La clase de Historia es de un carácter enciclopédico, con exceso de información.
*Se abusa de las fechas para recordar los hechos históricos.
*El maestro muchas veces es autoritario. No acepta opiniones diferentes a la suya. Se convierte en el poseedor y dueño del conocimiento histórico.
*Los temas de la historia mexicana privilegian las biografías de personajes relevantes, y dejan de lado a otros sujetos de la historia.
*Se exagera en la historia política y militar. Se destacan las batallas y se olvidan los aspectos económicos, sociales, culturales y cotidianos.
*Las pruebas escritas están elaboradas con la intención de memorizar respuestas.
*Los profesores no enseñan bien historia porque no saben historia.


Esta es, desde luego, una relación incompleta y generalizante, pero no por ello menos cierta. El historiador mexicano Enrique Florescano(1937), en su indispensable libro Para qué estudiar y enseñar historia, plantea las siguientes soluciones:

Enseñar historia a las niñas y los niños consiste en hacerlos conscientes de que forman parte de la gran corriente de la historia humana. Esto se puede hacer mediante la utilización de otros recursos y estrategias didácticas, como juegos, debates, diálogos, análisis de películas, visitas a museos, lecturas de novelas históricas y uso de la prensa escrita.

De acuerdo con Florescano, el estudio y el conocimiento del pasado son la clave del código genético por el cual cada generación reproduce y ordena sus relaciones sociales.

La historia puede y debe despertar y desarrollar en las niñas y los niños la capacidad crítica de análisis, la curiosidad intelectual y el sentido de razonamiento lógico, de ahí su importancia.

De seguir estas recomendaciones, desarrollaremos en las nuevas generaciones no sólo un conocimiento más sólido, sino la capacidad necesaria para comprender los procesos sociales del presente y proyectar el horizonte futuro, según la definición tradicional de la historia como ciencia social.
Se trata, ni más ni menos, de encontrar la identidad propia en el gran caudal de la historia humana


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